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Despertar es renacer cada día. Y ya la luz nos aguarda. Ya
está ahí comenzada, la historia que haya que proseguir. Despertar
es entrar en un sueño ya en marcha, venir desde el desierto puro
del olvido y entrar, lo primero, en nuestro propio cuerpo,
recordarlo sin rencor, entrar a habitarlo y recuperar nuestra alma,
con su memoria, y nuestra vida, con su quehacer. Entrar como
en un capullo tejido por innumerables gusanos afanosos; retomar
nuestro hilo en el capullo fabricado incansablemente por el
gusano-hombre, hacedor de ensueños que se objetivan,
fabricador de historia.
María Zambrano (1904-1991),
María Zambrano (1904-1991),
Delirio y destino
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